Los "christmas" de la Preysler: el mejor remedio para caer rendido

 

Iker Elduayen. Los crismas de la Preysler: el mejor remedio para caer rendido
Isabel Presyler en Mi Navidad de Disney Plus

Adormecedor y soporífero, un aburrimiento, vaya, es lo que me ha parecido el docu-reality que Isabel Presyler ha estrenado en Disney Plus. Mi Navidad, lo ha titulado. Es tan dulce, tan idílico, tan romántico, incluso, que empalaga y empacha. Las Navidades en 'Villameona' son un ir y venir de recados para "la reina de corazones", cuya única preocupación es que ninguna copa esté deteriorada. «Tengo tantas cosas que hacer aquí», dice la Presyler, mientras una docena (he calculado en el primer visionado) realiza las labores de mantenimiento de la casa y parcela de la viuda de Miguel Boyer. En su defensa, hay que decir que "Lala" (así la llaman sus nietos y nietas) no es muy espontánea. El discurso ante la cámara le cuesta y las respuestas, además de que son simples, de cuento (se nota que estamos en Disney), no dicen prácticamente nada de lo que, de verdad, nos gustaría ver. Sobre todo, porque a esa Isabel Preysler ya le conocemos. Sabemos, llevamos años viéndolo en el ¡Hola!: cómo son sus Navidades, cómo decora su casa, lo que le preocupa, inquieta, atormenta... No hay nada que me haya hecho adentrarme en ella, y ver quién es realmente la que fuera primera esposa de Julio Iglesias. 

Y eso que me parece una grandísima superviviente mediática. Siempre me asombra. Cómo una mujer, que ha soportado todo tipo de críticas, de todos los palos y todos los colores, ha sido capaz de tener una independencia de cara al público. Una marca personal que, muchas veces, ha llegado a superar la condición o la relevancia de los que fueran sus maridos, o sus parejas, en su respectivo momento. Se trata, incluso se le pregunta, el misterio de la Presyler, que ella siempre lo genera. Podrían haber ido un poco más allá de decir, más bien "autodecirse" que «ella es la más normal del mundo», cuando no lo es. 

Tiene varias personas a su servicio (normal, solo para preparar ese desayuno que no contiene todo aquello que nos vendía que consumía por la mañana) y aún así se queja de lo mucho que tiene para hacer en esa casa. Por cierto, sus empleados acceder a hablar durante los dos episodios (eso sí que sería interesante: ver cómo les "proponía" participar en la Navidad a lo Disney). 

Nunca pensé que diría esto, pero la intervención de Tamara Falcó, segunda fémina de sus descendientes, me parece de lo más dinámica. Se anima la cosa cuando la ahora marquesa de Griñón aparece a la cocina de mami a charlar con la cocinera, que hace no sé qué mientras le comenta a Tammy sus propósitos de año. Por otro lado, las cotidianeidad favorece a la Preysler. En las respuestas directas está desafortunada y nada dada al reality, pero en las charlas que organiza con sus amigos está sobresaliente. Mucho más acertada. Hablando con sus amigas y amigos sobre cine, su entrevista a Paul Newman y debatiendo si ven Amantes de Vicente Aranda (imagino que se referirán a esa cinta) es el motivo que me ha hecho continuar con el visionado y no apagar la luz y darlo todo por perdido.