Ventura Oller: “A pesar de haber trabajado tanto no estoy nada reconocido”

Blog Iker Elduayen. Entrevista al actor Ventura Oller
Ventura Oller. Foto: AADPC.

Agradecido por la llamada, se presenta, entre risas, destacando algunos de sus trabajos más importantes: “Llevo una carrera que si estuviera en otro país sería rico”, dice Ventura Oller, que si hubiese tenido otra nacionalidad ahora tendría una calle a su nombre, por mérito propio, a peldaño por año trabajado. Desde luego, seguro que su carrera gozaría de mucho más prestigio. Tras estar sobre los escenarios desde los 14 años hasta su reciente y momentánea retirada (ansía volver a pisar un escenario) el actor catalán no espera el homenaje y el reconocimiento que por edad y cosecha artística le corresponde. AISGE, “que tanto nos ayuda a los actores que cobramos poca pensión. Gracias a ellos”, sí le llamó para que repasase su biografía y la escribiese en el libro Mi aventura y desventura (T&B, 2009) que fue un éxito. Se presentó en el Teatro Romea de Barcelona (un evento al que acudió gran parte de la profesión) y se agotó. 

Nació en Sant Esteve de Sesrovires y “a los dos añitos ya me vine a Barcelona”, añade. Se hinchaba de ir al cine y se quedaba prendado de aquellos dramáticos que retransmitía la radio, soñando mientras escuchaba algunos de esos programas en que él, algún día, podría entonar las piezas teatrales que sonaban al otro lado de la emisora. Sin ningún antecedente actoral en su familia, se decidió por el teatro. “En esos años me pilló la mili, pero cuando la terminé les dije a mis padres que yo quería dedicarme al teatro. Por mediación de un amigo mío entré a la compañía de Luis Prendes y Lina Rosales, con los que yo obtuve el carné del sindicato, aunque más tarde tuve que cumplimentar el meritoriaje, un proceso que todo aspirante a actor debía pasar, a base de aceptar pequeños personajes, hasta que te veían con capacidades para poder asumir mayores intervenciones", explica. “Debuté en el Teatro de la Comedia de Barcelona, que ahora es cine, en la obra de Buero Vallejo En la ardiente oscuridad. Después Luis (Prendes) me quiso llevar a Madrid, pero no pudo ser porque me contrataron en el Teatro Griego de Barcelona para hacer varias obras clásicas. Así que, Madrid tuvo que esperar”.

"Quería y admiraba mucho a María Luisa Ponte"

La llegada a la capital fue muy dura. “Aunque conocía a mucha gente de la profesión, no sabía dónde ubicarme”, rememora. “Me metí en una pensión y empecé a frecuentar ambientes de culto, entre ellos, el Café Gijón, así me fueron conociendo”. Se sumó a la compañía de Pepe Alfayate y Rafaela Rodríguez en una segunda intentona (la primera le rechazaron por ser demasiado joven), cuando ensayaba una comedia y se acordó de él. “Lo hice. Era un personaje muy pequeño que tenía solo una secuencia, pero muy bonita”. El catalán recuerda con nostalgia que al estreno, entre a otros compañeros, invitó la gran María Luisa Ponte: “Le quería y admiraba mucho”, añade sobre la actriz que mejor hizo de malhumorada. 

En la gran pantalla se estrenó nada más terminar la mili. “Un amigo cantante me dijo un día que yo me parecía un poco a Conrado San Martín [risas] y me sugirió que me presentase a una audición porque estaban buscando un doble suyo. Fui a la oficina y recuerdo que, cuando me vieron, ya no me dejaron marchar. Me dieron el guion y me aceptaron enseguida y, efectivamente, hice de él de joven porque creo que sí me parecía. Yo, en aquel momento, era joven y rubio y él también”, cuenta sobre el proceso de selección para su inicial aparición en Lo que nunca muere. Detenerse en su currículo supone hacer un repaso por los mejores nombres de la historia de la escena española. En varios instantes de la conversación repite el orgullo que siente al haber trabajado “con tantísima gente”. Con Ana Mariscal en Juego de niños: “No sé por qué el cine español no rescata películas de Ana Mariscal. Siempre ponen las mismas”, se queja. Una figura la de la actriz y directora madrileña que se debe reivindicar y más el año de su centenario. “No he vuelto a ver esa película”, continua. “Su marido ya me dijo que me iba a pasar una copia”. Producida por la propia Mariscal y dirigida por Enrique Cahen Salaberry, la película consiguió un grandísimo éxito, a juego (nunca mejor dicho) con el estelar reparto. Oller enumera: “Estaban Juanjo Menéndez, Georges Rigaud, Domingo Sánchez 'El Chirri'…”. 

El bautizo de Ángela Molina y los regalos a los hijos de Sara Montiel

Su paso por el cine se resume en, más o menos, 17 películas. “¿Las más importantes? La casa de la troya, con Arturo Fernández, Cándida Losada y María Isbert; 15 bajo la lona, con Carlos Larrañaga, Antonio Ozores y Terele Pávez; o Malagueña con Antonio Molina”, cita. “¿Sabes cómo me ofrecieron esa película? Estando en Barcelona, un día, pasando por la Rambla, en el bar Canaletas, había un productor de cine que me paró y me dijo: “¿Usted quiere hacer cine?”. Yo encantado, le contesté. Tuve una relación fantástica tanto con Lolita Sevilla como con Antonio Molina. Fíjate yo fui al bautizo de Ángela Molina, lo que ha llovido”.

Especialmente significativas son sus apariciones en dos míticas películas de Sara Montiel. “Trabajé con ella en La violetera y en Carmen de la Ronda”, explica. En la primera hizo del periodista que recibía el cable con la fatídica notica del hundimiento del Titanic y en la segunda era un soldado que acompañaba a la Montiel a ver a su amado, Maurice Ronet. “Eran cositas muy pequeñas, ni ella se acordaba de mí cuando nos volvimos a encontrar años después”, añade. “Tuve más relación cuando ella estuvo en el Teatro Victoria, más o menos cuando adoptó a sus dos hijos. Recuerdo que cuando descansaba de mi trabajo en el Molino, les llevaba juguetes a Thais y a Zeus. Entonces hicimos una gran amistad. Conmigo nunca tuvo ningún tipo de divismo, siempre fue muy normal”. 

Concha Velasco y el inicio de la saga Larrañaga-Merlo

Pedro Lazaga también contó con el catalán para dos de sus películas. “Tengo un gran recuerdo suyo. Cuando hice El frente infinito estaba en el teatro con Adolfo Marsillach; José Luis Vázquez; Ana María Ventura, su mujer; y Amparo Soler Leal y me contrató Lazaga, un ser increíble”, dice sobre el realizador patrio más costumbrista. Concha Velasco fue otro de los estandartes con los que tuvo el honor de compartir tablas y rodaje en Crimen para recién casados. “Ahí hacía un papelito, una cosa muy pequeña” [risas]. Era cuando se casaban Fernando Fernán Gómez y Concha Velasco y salían de la iglesia que yo le decía a él: “Bueno, que no te pase nada eh”. Con la vallisoletana hizo un musical en el Teatro Eslava, The Boyfriend. “Entonces yo estaba trabajando en un teatro pequeño, en la Calle del Pino de Barcelona, con Paco Valls, y un amigo mío coreógrafo me llamó para que hiciese el espectáculo con ella y con, Pedro Osinaga, Carlos Larrañaga, Margot Cottens, Olga Peiró, Carola Fernán Gómez… ¡un repartazo!” A Concha la he admirado y querido mucho”, prosigue. “Recuerdo que un día en el camerino me dijo: “Oye, Ventura ¿Tú por qué no cantas en la obra?”. Es que, para esa función, a mí me contrataron para bailar no para cantar [risas]”. Entre el público a esa función nunca faltaba otro de los grandes directores del cine español, José Luis López de Heredia, entonces pareja de la joven pucelana. “Cuando se marchó Concha vino a sustituirle María Luisa Merlo y es entonces cuando empezó la relación entre ella y Carlos Larrañaga”. Así se formó una de las sagas más relevantes de la escena española.

Cuando Ventura regresó a Barcelona, siguiendo una vocación y tendencia innata a la canción y, quizás rememorando aquel ánimo de la Velasco, se animó a formar un conjunto musical con el que giró por salas de fiesta, teatros y pueblos. “En The Boyfriend hacía un número precioso y en Chinchín felicidad también. Ahí entré como sustituto de Ramón Corroto porque, con todo el dolor de mi corazón, cantaba yo mejor que él [risas]. No cantaba muy bien el pobre". Añade que su talento para el cante cree haberlo heredado de su madre, de quien también ha recibido una gran sensibilidad. “Siempre he vivido bajo el lema del amor. Me he encariñado mucho con la gente porque yo soy muy romántico y ese amor lo que sabido transmitir al modo de tomarme mi profesión”, reflexiona. La música y las actuaciones en directo tuvieron que parar cuando le ofrecieron regresar al teatro de calidad. “Marisa Caballero y Cándida Losada estaban haciendo Bodas de sangre en Barcelona y mientras yo andaba cantando me ofrecieron hacer un personaje en la obra. Luego nos fuimos a Francia y a Italia a representarla y el batería del conjunto fue quien me sustituyó”. Incluso grabó un disco. “Sí, pero la grabación fue mala muy mala”, cuenta entre risas. Ventura Oller, pese a que ahora reconoce cantar mejor que antes, siempre ha tenido una gran voz. Fue Carlos Lemos quien grabó primero. “A mí me llamaron después para que grabara con él. Había una unión de familia tanto con él como con su hermana Lola Lemos”, recuerda.

De hecho, fue Lemos el que le animó a mudarse a Madrid, a probar suerte. “¿Tú qué haces aquí en Barcelona. Tú te tienes que ir a Madrid”, me dijo. Me animó tanto que me fui”, rememora. Pese a que grandes ciudades como Barcelona, Valencia o Bilbao cuentan con una industria propia, la de la interpretación ha sido siempre una profesión centralizada en la capital española. “Sí, es cierto”, afirma. “Adoro Madrid y sí creo que la profesión de verdad está ahí”, sentencia. No quiere decir eso que los trabajos madrileños eclipsen a todo lo realizado en la ciudad condal. “En Barcelona he hecho de todo: teatro y revista, en todos los sitios más recónditos de Barcelona y en todos los grandes teatros. Mira, he trabajado en el Teatro Apolo y en el Teatro Victoria de Barcelona haciendo revista, en el Teatro Talía haciendo teatro con Nuria Espert, musicales en el Teatro Romea, en el Paralelo estuve con Mary Santpere… con la Bella Dorita, que era una maravilla de señora… vamos que ¡de todo y con todos!”, resume. “Aunque quiero mucho a Madrid, mi vida y mi trabajo han estado siempre en Barcelona. Aquí tenía mi madre, de la que estaba muy pendiente. Pero es que además de espectáculos en vivo, aquí (Barcelona) he hecho tanta televisión, uf”, dice grandilocuente. 

Loles León y la actualidad de un actor

Oller llega a la conclusión de que “la categoría y el plantel de actores que había antes ahora ya no lo hay”. Se echa mucho de menos a esa trabajadora generación de intérpretes que lo han dado todo por este oficio. “Ya hemos hablado de María Luisa Ponte, muy amiga mía. También he tenido muy buena relación con los Gutiérrez Caba, los tres hermanos, y con Loles León, que le adoro. Para mí es una debilidad”, dice sobre la también barcelonesa actriz. “Pasé un momento fatal en mi vida y ella estuvo ahí, me echó una mano y eso nunca lo olvidaré”, añade emocionado. "Le conozco desde niña, desde que yo hacía personajes en el teatro griego y ella hacía una comparsa, fíjate".  

Puede que sus mejores trabajos hayan sido en el teatro, en vivo. “Desde luego, el último que he hecho, hace unos años, que fue Guys and Dolls en el Teatro Nacional de Cataluña, lo disfruté muchísimo”, reconoce. A las órdenes de Mario Gas pudo disfrutar de compartir escenario con un plantel estupendo de actores y, además, con una de sus más admiradas actrices, Vicky Peña. “Me encanta. Ahora está con Nuria Espert en el teatro. Espero poder ir a verle. También está ahora Lola Herrena en Barcelona. Me encanta. Tengo ese plan pendiente", añade. Más de dos años estuvieron pisando diariamente el escenario catalán, trabajo que el veterano actor reconoce como “uno de los más felicidad me ha dado hasta el momento”. Ventura Oller no quiere decir adiós aún, no quiere darse por vencido. “He disfrutado mucho con mi profesión y, si mi salud me lo permite, me encantaría volver a trabajar. Ahora van a hacer Los chicos del coro en Barcelona y hay un papel que van a intentar conseguirme. Ojalá pueda hacerlo”, dice optimista. Hace dos años sufrió un delicado percance de salud que le mantuvo impedido, pero, poco a poco, va retomando la movilidad. “He pasado dos años, muy malos, que ahora ando, gracias a Dios, con muletas, pero pienso dejar una por lo menos”, añade. “Gracias a Dios, de la cabeza estoy bien. Y, aunque tengo ayuda, vivo solo con mi gato y mi perro, me encargo del jardín y de mis macetas que están maravillosas”, relata el actor que ansía que la profesión a la que ha dedicado toda su vida le devuelva tan solo un poco de lo que él le ha entregado.