Isabel Preysler, alias devorahombres

Blog Iker Elduayen. Isabel Preysler, alias devorahombres
Isabel Preysler. Foto: Antonio Terrón.

Sí, cómo no, nos faltaba el culebrón que rematase este caótico 2022 no fui romántico que digamos, porque se ha cargado a casi todas las parejas sólidas del candelero patrio. Resplandecía ayer en el quiosco el portadón de ¡Hola! con una foto elegida por ella (claro está) que anunciaba la separación definitiva entre Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa. La revista del saludo es la publicación de cabecera de la empresaria, por lo que era más que previsible que, en caso de tener que hacer un anuncio, lo haría a través de dicha revista (Y ¡Hola! como es muy lista y sabe que de Preysler puede vender hasta un kleenex usado, pues le pone en portada). Acostumbro siempre a despertarme leyendo algunos digitales (serios) y, para mí sorpresa, todos abrían sus portadas con la ruptura del momento.¿Tanto interés suscita Preysler para la prensa seria? Habrá quién salga con: "Bueno pero Vargas Llosa es un gran escritor y, claro, genera interés". Mediático ninguno. De no ser por la reina de corazones (lo siento Diana), el peruano viviría retirado del interés mediático. Bueno, se salvaría alguna más que torpe e inculta declaración. En fin. Resulta que ahora empiezan a hablar y dicen que la decisión la ha tomado ella porque "a él le invadían los celos cuando se enteraba de que ella tenía un compromiso o había tenido complicidad con un hombre, claro está". Así que, al Nobel, hombre de mundo, además de clasista y conservador de pura cepa, ya solo le faltaba ser machista. Pues lo es. Si es que todos los caminos llevan a Roma. Pero el debate estos días no será ese (en algunos medios). 

Con la nueva ruptura sentimental de Isabel Preysler ha regresado el debate de tener que calificarle, llamarle algo, porque en este nuestro país nos gusta mucho opinar sobre todo. Vivimos en el país de la etiqueta y de la opinión obligada, donde no sé cómo ni por qué, todo el mundo debe estar informado y tener argumento para todo. ¿Qué decimos ahora sobre la Preysler? Pues lo de siempre. Que es una aprovechada, una buscona, la típica de "no se lía con uno pobre" o mi favorita: "¿No se cansa de hombres?, ¡qué necesidad!". Por favor, España, sociedad, ¿podemos dejar de etiquetar a la gente y dejar que todo el mundo haga con su vida lo que dé la gana? Que esta señora tenga la total libertad de enrollarse con el que le venga en gana. Aunque todo esto, más allá de la libertad individual, ha suscitado un debate más que necesario y es que, no sé si os habéis dado cuenta (supongo que no soy el primero que habla sobre esto) pero no existe una palabra que hable de la mujer que le gusta gustar (así es como tenemos que llamar a una tía que le gusta ligar). Para ellos tenemos los clásicos y literatos donjuanes o casanovas y también el más utilizado por todos: mujeriego. La RAE dice de mujeriego: que busca habitualmente el contacto con mujeres. ¿Y la mujer que busca habitualmente el contacto con los hombres qué nombre tiene? Sí, la buscona, la faldera, la ramera (todo con la) ah, y la devorahombres. Cuidado porque esto tiene su miga. Atención. El Diccionario de Neologismos define el concepto como "mujer que seduce a los hombres para dominarlos". La condición de interesada sigue estando presente. Hombreriega u hombriega también se dice mucho, quizás más. Este concepto fue utilizado por vez primera en prensa nacional cuando Eduardo Haro Tecglen escribió sobre Pilar Miró que "ya no era mujer-para-hombres, sino mujer-de-hombres. Hombriega, diríamos, si hubiera esa cara de la moneda definida por mujeriego". 

Yo soy muy, pero que muy fan de Presyler eh. Entendiendo y teniendo en cuenta que fue una mujer rescatada por una sociedad que le hubiese llevado a una vida servicial y esclava, conoció otro tipo de vida al ver como su primer marido, Julio Iglesias, era reconocido como uno de los cantantes más solicitados del mundo. Digamos que tuvo suerte de acompañar a un futbolista lesionado que se le ocurrió cantar, tuvo éxito y se expandió por el mundo como el inglés (o el covid, según se mire). Me llama la atención su poder de atracción. Es decir, la capacidad que siempre ha tenido de, sin hacer excesivas apariciones públicas y controlando muy bien el cómo y cuándo aparecer, suscitar el jugoso interés y llegar incluso a eclipsar a la mismísima reina Sofía, que corroía de la envidia cuando la Preysler apareció en la recepción real con un glamuroso vestido rojo. Su biografía es maravillosa y pese a tener un entorno cerrado, creo es una tía muy dada al entendimiento. Me enamoré de una entrevista que concedió al suplemento de El Español, MagasIn, donde confesó discutir mucho con Vargas Llosa sobre política. Me encantó, aunque tampoco me extrañó porque siempre dijo ser muy afín a las ideas de su viudo, el socialista Miguel Boyer. No obstante, no hemos mencionado a su segundo marido, al que fue infiel por enamorarse del político. Carlos Falcó, el marqués de Griñón que, junto al Nobel de Literatura, recién ex, forman las cuatro parejas públicas de la dama de las revistas (obviando, claro está, las que ella no haya contado). Así que, no sé, decidme. ¿Cómo tenemos que llamar a Isabel Preysler?