El día que Angela Lansbury tuvo que rechazar el Premio Donostia

Blog Iker Elduayen. El día que Angela Lansbury tuvo que rechazar el Premio Donostia

Desde ayer, parte de nuestra memoria cinematográfica y televisiva está de luto. La célebre Angela Lansbury fallecía anoche a los 96 años, escasos días antes de su noventa y siete cumpleaños. Todo el mundo la conocía. Es cierto que, por edad (o simple curiosidad) habrá gente que sea capaz de ubicarle más fácil. ¿Quién no ha visto un capítulo de Se ha escrito un crimen? No obstante, incluso menores de edad pueden saber quién era Lansbury ya que, además de aparecer en diversas películas familiares, fue ella la que puso voz a la entrañable señora Potts de La bella y la bestia de Disney. Es decir, todo el mundo le ha escuchado/visto en alguna ocasión. Pero debemos ser conscientes de que la inglesa no fue solo la audaz Jessica Fletcher y la tetera parlante del clásico de Disney, sino que forjó una de las carreras más prolíficas de su profesión. 

La intérprete nació en Londres, en 1925. Su madre, una retirada actriz irlandesa, enviudó pronto y fue un coronel escoces, amigo de la familia, quien se hizo cargo de la educación de la joven. Desde niña mostró una clara vocación artística. Asistía a clases de danza, canto y piano desde bien niña, mostrando ya ese talento que vimos en su madurez con tan solo diez años. El estallido de la Segunda Guerra Mundial hizo que la familia se desplazase a Estados Unidos, en concreto, a Nueva York. La joven Angela probó suerte en varias compañías de teatro montando ella misma los espectáculos. Incluso se unió a su madre en una pequeña gira para uno de ellos. Empezó por la puerta grande cuando, en una fiesta que dio su progenitora, John Van Druten, guionista de la película que iba a dirigir George Cukor, Gaslight. La protagonista era la genial Ingrid Bergman y creyeron que la inglesa era perfecta para encarnar a la servil sirvienta de la protagonista. Le dio su primera nominación a los Oscar, como Mejor Actriz de Reparto. 

Firmó un suculento contrato con la Metro-Goldwyn-Mayer, el cual le servía para ganar 500 dólares semanales. En National Velvet fue la hermana mayor de la legendaria Elizabeth Taylor, a la que por cierto le otorgó el Premio Humanitario Jean Hersholt en 1996 en la ceremonia de los Premios Oscar. Se debía suicidar en la ficción en El retrato de Dorian Grey, se amargaba al recordar a su padre en El estado de la unión o encanó a Ana de Austria en la adaptación de Los tres mosqueteros. En los 60, se centró más en el teatro musical. Se comió los escenario de Broadway y ganó un Premio Tony. No obstante, se reservó para decir sí a populares directores como Vicente Minnelli u Orson Welles. 

La bruja novata y el éxito en el cine gracias a Agatha Christie

Supongo que será difícil encontrar a alguien que no haya visto La bruja novata, uno de los pocos clásicos con actores reales que se ha incluido en la selecta lista de Disney. Aquella solterona, cuyo nombre era Eglantine Price, que descubre sus poderes de bruja a raíz de acoger a tres niños evacuados del Blitz de Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Una joya vamos. 

Agatha Christie ha sido varias veces llevada al cine. Más que ella, sus obras han servido para notables películas y sobre todo lujosos repartos. Uno de ellos fue la célebre Muerte en el Nilo que reunió, además de la propia Lansbury, a nombres como Bette Davis, Maggie Smith, Mia Farrow, David Niven o Jane Birkin entre otros. Aquí fue asesinada (lo siento por el spoiler pero habéis tenido cuarenta y cuatro años para ver la película o leer la novela). Dos años después fue la popular investigadora Mrs Marple en la adaptación de El espejo roto, donde compartió cartel con la ya mencionada Elizabeth Taylor, Rock Hudson o Anthony Perkins. 

Hizo Se ha escrito un crimen con el único propósito de ganar dinero

Su verdadero éxito llegó en 1984, cuando de aquella interpretación de Mrs Marple, se basaron en Angela Lansbury para escribirle una serie acorde para ella. Así nació Se ha escrito un crimen, una longeva serie donde la jubilada profesora Jessica Fletcher se lanzaba al mundo de la literatura, consagrándose como una de las grandes escritoras de novelas policiacas. Fueron multitud los reconocimientos que obtuvo por aquella interpretación, entre los que destacan varias nominaciones a los Emmy y varios Globos de Oro. Nadie creyó en el éxito que después tendría la ficción. ¿A quién le va a interesar una jubilada de 60 años que se pone a jugar a los asesinos? Pues se ve que a mucha gente, porque muchos fueron los espectadores que ese domingo de 1984 no se podían despegar del primer episodio de la serie protagonizada por J.B. Fletcher. Confesó que solamente aceptó la serie por dinero. "En cine y en teatro apenas se gana dinero" diría al recordar su célebre personaje.

Tras sus más de diez años en televisión, Lansbury decidió regresar al teatro y al cine. A este último siempre en papeles secundarios. La industria del séptimo arte nunca creyó que la londinense tuviese la belleza suficiente como para protagonizar una película. Hubo un tiempo en el que se cansó de ser la amiga o la criada y se volcó sobre las tablas. Ópera, musicales y teatro fueron su vía de escape de la cruel industria audiovisual. Puso música a varias obras e interpretó multitud de temas populares. Incluso grabó algún disco, nunca como profesional de la canción, siempre en base a las bandas sonoras de sus proyectos. 

El Oscar Honorífico, muchos premios y el Donostia que nunca pudo ser

Fue nominada en tres ocasiones a los Oscar. Nunca obtuvo ninguno por una interpretación, pero, a diferencia de este nuestro país, Hollywood tiene muy en cuenta sus secundarios y decidió concederle el Oscar Honorífico en 2013, reconocimiento que aceptó encantada. Con el Bafta  pasó más o menos lo mismo. Fue nominada por Muerte en el Nilo, pero le otorgaron el premio Honorífico. Los Globos de Oro fueron algo más generosos. Seis premios en total, tres de ellos por su icónica serie Se ha escrito un crimen. Varios Tony, un SAG de honor y multitud de premios más, menos uno: el Premio Donostia. El máximo reconocimiento del Festival de San Sebastián pudo haber sido suyo. En 1996, antes de que el certamen donostiarra concediese el premio a Al Pacino, buscó otros nombres. Llevaban años queriendo traer a Jessica Fletcher, quien siempre les respondía muy amablemente diciendo que el rodaje de Se ha escrito un crimen y varios proyectos televisivos le impedían viajar a San Sebastián en esas fechas. 

Vida personal complicada

Su profesión siempre fue su cura. Sobre todo, por la terrible vida personal que le tocó vivir. Es cierto que Hollywood está más que harto de vidas difíciles y complicaciones, pero la Lansbury no se queda atrás. Su primer marido, quien confió "curarse" de su homosexualidad al contraer matrimonio con ella, le abandonó porque se dio cuenta de que seguía siendo gay. Varios de sus hijos le confesaron ser heroinómanos. Incluso alguno de ellos se alió a la tenebrosa secta de Charles Manson. Como fiel madre, Lansbury decidió retirarse de la profesión y se mudó a una apartada granja a ayudar a sus hijos a recuperarse. 

Sus últimos años fueron relativamente tranquilos. Escogía todo lo que podía y lo que le gustaba. Quería seguir haciendo cine y teatro, de hecho, tuvo varias ofertas, pero sus problemas de movilidad no hacían posible que Lansbury pudiera desenvolverse sobre las tablas. "Siempre que pueda poner en un pie delante del otro, seguiré actuando" dijo en varias de sus últimas entrevistas. Le pudimos ver como la exigente tía Adelaine en La niñera mágica o, más recientemente, como la dulce vendedora de globos en El regreso de Maty Poppins. Ayer, sus hijos se encargaron de anunciar su fallecimiento. Una despedida tranquila en su casa de Los Ángeles, la ciudad que supo ver el portento que fue.