Los 10 datos de Isabel II que todavía nadie ha contado: de su afición por el sexo a sus cuatro copazos diarios


No exagero si digo que tengo a mi vera una montaña de publicaciones impresas con las históricas portadas con la muerte de la Reina (sí, me lo he comprado todo). Este septiembre es ya parte de la historia contemporánea. El fallecimiento de Isabel II inicia una nueva era difícil de asimilar, sobre todo por tener que cambiar las referencias a los Windsor y tener que llamar rey a Carlos, que ayer pasó a llamarse, Carlos III de Inglaterra. Que si la eterna reina, que si icono del pop, su eterna majestad, la madre de Europa o referencia de las monarquías europeas son solo algunas de las deferencias que la prensa ha tenido con la Reina, más reina. No obstante, todas las firmas que han escrito sobre ella se han saltado una serie de detalles curiosos. Unos, se han mencionado en televisión, pero otros se han obviado. He aquí diez datos de la eterna reina, Isabel II.

1. Fue mecánico de guerra

Una de las razones por las que Isabel II y su familia han sido tan apreciadas por el pueblo es porque ellos sí se implicaron. Lo hicieron en los momentos más difíciles. Pudieron retirarse, exiliarse y desaparecer, pero no lo hicieron. La reina madre fue denominada por Hitler como "la mujer más peligrosa del mundo". Ella, aún era princesa de Windsor y como seña de lucha por su pueblo, la futura reina quiso estar a pie de calle. Se unió como subalterna en el Servicio Territorial Auxiliar de Mujeres donde ejerció como mecánica y condujo varios camiones.

2. Odiaba los vaqueros

Kenia, febrero de 1952. La Reina recibe la fatal noticia de que su padre, el rey Jorge VI, había fallecido en su Inglaterra natal. Automáticamente, se enteró de que ya era la nueva reina del Reino Unido. Por cierto, fue en ese viaje donde no tenía nada negro que ponerse, razón por la que ahora todos los miembros de la familia real británica deben viajar con un modelo negro por si sucediese algún fallecimiento. Como ya habréis podido adivinar, la Reina vestía unos ajustados jeans cuando su marido le contó la noticia. Jamás quiso volver a ponerse un pantalón.

3. Le gustaba mucho el sexo

Sí, lo sé. Isabel II es la antítesis del morbo, de toda la vida. Pero lo reyes también tienen sexo (si no, que se lo digan a nuestro emérito y a varios primos de ambos). Precisamente de lo que sucedía en el dormitorio de la Reina habló su marido, el duque de Edimburgo. Con tan solo 26 años, el consorte de la monarca hablaba con su primo, con una copa de ginebra de por medio, cuando éste confesó: "¡No puedo más! Isabel tiene un desmesurado problema de apetito sexual. Bien sabe Dios que yo no soy ningún mojigato y que ella era virgen, pero le ha cogido gusto a la cama y ¡no puedo sacarla de mi cama!". ¡Fijaos para que dijese eso Felipe de Edimburgo!

4. Escribía un diario

A diferencia de Rocío Jurado o la reina Letizia (a quien se prohibió que escribiese nada por si eso trascendía) Isabel II escribía un diario, a mano. Desde los quince años, cada noche antes de rezar, Isabel redactaba una crónica de su día que incluía reflexiones de aspectos institucionales o familiares. Lógicamente, es un objeto muy bien custodiado: se guardaba bajo llave, siempre se lo llevaba si no dormía en casa. De hecho, una de sus manías era que todo papel que estuviese a la vera de sus memorias fuese destruido por si, al apoyar su libreta, hubiese quedado alguna marca. Ahora, la gran pregunta: ¿algún día se hará público? Puede, aunque lo dudo. Su tatarabuela Victoria también escribía un diario y dio expresa orden de que, cuando falleciese, sus reflexiones se publicasen.

5. Circulaba sin papeles e indocumentada

Esto ya se ha dicho, pero es maravilloso. La máxima autoridad del Reino Unido no tenía ni carné de identidad ni tampoco pasaporte. Estos últimos los expedía ella misma, por lo que tener un documento a su nombre que tuviese que validar ella tampoco tenía mucho sentido. Además, ¿Quién iba a pedirle la documentación? Tampoco tenía carné de conducir y es bien sabida la afición de la Reina a llevar su propio Land Rover. Todos los británicos debían pasar por un examen y conocer las normas de circulación menos ella, que se supone venía aprendida de casa.

6. Sus cuatro copazos diarios

Los Windsor y la bebida van unidos. Esto es un hecho. Su madre, Isabel Bowes-Lyons, era una grandísima consumidora de ginebra y su hija heredó dicha afición. De hecho, antes de fallecer, le dio tiempo a comercializar una marca personal de ginebra. Dicen que el secreto de su buen estado físico ha sido beber. Puede. La Reina empezaba tomando una copa de ginebra antes de comer, una copa de vino durante el almuerzo, un martini seco a media tarde y una copa de champán antes de acostarse. Vamos que se retiraba a sus aposentos bien servida.

7. Le pidió un autógrafo a Cristiano Ronaldo

Ha conocido a las grandes personalidades del mundo, desde Marilyn Monroe a James Bond, pasando por Madonna a Andrea Boccelli. Por no hablar de todos los papas, presidentes, monarcas, nobles y jefes de estado que ha recibido en Buckingham. Jamás se ha aprovechado de su condición de reina para excederse en el protocolo y sacar a relucir su mitomanía. No obstante, solamente en una ocasión se saltó esa condición. Lo hizo para solicitarle un autógrafo "para su colección de recuerdos personales" a Cristiano Ronaldo. La Reina llamó al personalmente al futbolista para solicitarle alrededor de 80 camisetas para repartirlas entre los trabajadores de su palacio y una especial para ella que fuese dedicada.

8. Protagonista de delirantes teorías

Su eternidad era un mito y la Reina es carne de meme desde que las redes sociales comenzaron a ser una constante en nuestras vidas. No obstante, de gracietas y chistes han surgido teorías que más que gracia dan susto y son dignas de cualquier novela de terror. Una de ellas es que secuestraba a niños y se los comía. Esto puede parecer delirante (de hecho lo es), pero la cosa cambia cuando aparecieron testimonios como el de Jim Willie, quien conocía el culto al que pertenecía la soberana. Incluso, William Combes quiso clarificar este asunto legalmente, pero antes de enfrentarse a la Reina por la vía judicial, falleció en extrañas circunstancias. De la eternidad viene la teoría de que Isabel II desciende de un famoso linaje de alienígenas inmortales que dominarán el mundo (hemos visto, quizás hasta la saciedad, que la Reina es mortal).

9. Era fan de ABBA

Chris Evan, locutor de la BBC, hizo pública una anécdota que vivió en primera persona cuando fue invitado a una fiesta privada en 2008. Cuando sonó la mítica canción Dancing Queen de ABBA, la reina Isabel se deshizo de la conversación que mantenía en ese momento y comenzó a bailar a mitad del salón. "Soy la Reina y me gusta bailar" admitió a los perplejos asistentes. El grupo sueco estrenó está canción en 1976, pero un año antes Agnetha, Bjorn, Benny y Frida acudieron a la boda de los actuales reyes de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia, para estrenar y cantar allí una de sus canciones más populares.

10. Viajaba con trozos de tarta de chocolate en el regazo

Darren McGrady, ex chef personal de Isabel II, contó que, pese a la ligera dieta que mantenía la soberana, sentía una enorme pasión por el chocolate negro. En concreto, amaba una sencilla tarta de cacao y galletas inglesas, más conocida como la tarta de la abuela, que pedía especialmente. Además de tener que preparar siempre los ingredientes del pastel, por si la Reina la pedía en cualquier momento, afines a la familia real dicen haber visto a Isabel viajar de palacio en palacio con porciones de esta tarta en el regazo.